En Ines se cultiva, o al menos se cultivaba, todo el cereal, la patata, así como el girasol (para la producción de aceite), la remolacha y el lino, que abastecía de fibras a los telares. Además, se cultiva de manera muy extendida la vid, a la que dedicamos un espacio en esta web.
El pueblo dispone a lo largo de todo el arroyo que lo cruza, de una buena dehesa por la que se extienden pequeños huertos en los que se plantan judías, acelgas, tomates, cebollas, pimientos, calabacines, patatas y otras hortalizas. Estos huertos se regaban mediante acequias que vertían las aguas del Arroyo Madre, o mediante pozos que se excavaban dentro de cada huerto (sobre todo en la zona norte del pueblo).
Hay que decir que en Ines se ha vivido también de la ganadería; se han criado vacas, cerdos, ovejas, mulas, caballos, cabras, burros, conejos, gallinas, etc. y se han tenido colmenas trashumantes, cuya miel sustituía al azúcar en los momentos de escasez.
En el primer Censo agrario de España (1962) se obtuvieron datos que indican que en Ines había 942 ovejas de la raza "Churra del país".
El sistema de pastos es el tradicional, basado en el aprovechamiento de rastrojos, barbechos y baldíos.
Según apuntan datos de octubre de 1967, tras la acción del Servicio de Concentración Parcelaria y Ordenación Rural de la provincia de Soria, en Ines se pasó de 6850 parcelas a 516, la superficie media por parcela pasó de 8,4 áreas a 1,11 hectáreas, y el número medio de parcelas por propietario descendió de 3,5 a 2,5.
Junto al río Duero, se encuentra una parcela o vega denominada como la "Aceñuela" (popularmente se la conoce como la Ciñuela) de tierra de buena calidad y muy productiva; siendo de dominio comunal, la Asociación Cultural Villa de Ines renta a particulares que pagan un determinado alquiler al pueblo.
En 1941 se comienza, por parte de la Confederación Hidrográfica del Duero, la construcción del Canal de Ines, que se empieza a utilizar para el servicio de riego en el año 1953 y riega 1350 hectáreas.
El clima se caracteriza por sus veranos frescos y cortos (julio y agosto) y por sus inviernos largos y fríos, que comienzan en noviembre. La oscilación térmica ronda los 30º C, ya que en el verano las temperaturas no superan los 30º, 35º C y en invierno se dan unos 0º, -5º C. Es por ello que se sufren fuertes heladas en invierno y alguna imprevista en primavera (que juega una mala pasada a las viñas y otros frutales), además suele llover unos 100 días al año, incluso en julio y agosto con chaparrones cortos pero intensos.